Dionisio Capaz, del compromiso naval a la ambición política

Notas: Bibliografía
Resumen: En este artículo, el autor analiza la figura del Capitán General de la Armada Dionisio Capaz, marino y político, elogiado por unos y denostado por otros, en una trayectoria irregular, típica de un personaje controvertido. En 1802 participa en la comisión cartográfica que debía levantar los pliegos del archipiélago griego, pero su primera prueba de fuego la sufre en el combate de Trafalgar, que cae preso de los ingleses. Capaz ascendió a sus empleos sin apenas dificultades; de su actuación en la Guerra de la Independencia hay pocas noticias; pero su nombre comienza a ser conocido a partir de 1812, siendo elegido diputado en Cádiz en 1813 en el partido liberal. El suceso más relevante en el aspecto profesional de este marino lo sitúa a bordo de un buque ruso, uno de los asuntos más escandalosos del reinado de Fernando VII, que adquiere estos navíos en 1817. En relación a la participación de Capaz en el combate de El Callao, el 21 de mayo de 1818 partió del puerto de Cádiz una flota con destino al puerto de El Callao como refuerzo a las tropas que se encontraban en lucha con los insurgentes peruanos y chilenos; figuraba como comandante segundo en la fragata Reina Maria Isabel, que fue capturada por los chilenos; en Lima participa en la defensa de El Callao. Partició en la delegación española para entrevistarse con la del general San Martín en busca de una solución pacífica para el virreinato de Perú, pero las negociaciones fracasaron, pero combatió en la defensa de El Callao una vez más; en 1822 fue nombrado secretario de la Junta del Almirantazgo y del Despacho Universal de Marina, en un gabinete de corte liberal, presidido por Evaristo San Miguel; con el nuevo retorno del absolutismo de Fernando VII, se trasladó a Sevilla y luego a Cádiz, donde fue nombrado mayor general de la Escuadra del Océano; se exilió a Inglaterra, volviendo a España en 1832. En 1840 volvió a ser ministro, pero a causa de su impopularidad tras el consejo de guerra al general Diego de León y cuyo voto fue decisivo, se le agrió el carácter y renunció a sus ascenso a teniente general. En 1847, tras otro exilio debido al levantamiento de 1843 ascendió a teniente general; fue promovido a capitán general de la Armada en 1855. A pesar de que no pueden negársele méritos, la opinión de la mayoría de los historiadores de su trayectoria profesional y política es negativa. La intriga y la política le hicieron alcanzar el mayor grado de la Armada, figurando como ambicioso, despótico y violento.